Tragaluz, Barcelona

Era muy difícil, puntuar tan bien a un restaurante del centro de Barcelona, en plena época de cenas de empresa. Sin ir más lejos yo estaba en una de las tres mesas, adjudicadas a la empresa. La iluminación perfecta, ni demasiado oscura ni excesivamente deslumbrante. Una decoración navideña nada empalagosa que le daba un toque de elegancia. Los asientos cómodos. El pica pica, muy bueno (aunque los gustos son muy subjetivos) y aunque en un principio parecían justos de cantidad, siempre se nos ofreció otra ración al terminar la de la mesa (a lo que en varias ocasiones se accedió), sin problemas. El segundo (y hablo por el mío), el meloso de ternera en su justo punto, suficientemente hecho como para no encontrarlo crudo, pero en absoluto reseco, haciendo justicia de su nombre. El postre sí fue un poco justo, sin embargo de sobras compensado con la ración de turrones y barquillos de Navidad. En cuanto a las bebidas, no faltó vino ni agua ni cerveza (no pude apreciar los caldos, puesto que me había desplazado en moto y no podía beber). Sin embargo, lo merecedor dels sobresaliente del restaurante, fue el servicio. Nos asignaron a Daniela, un auténtico torbellino, que estaba en todas las mesas casi al mismo tiempo. Nadie echó en falta vino, agua ni producto alguno. Sirvió los platos con una agilidad excepcional y una simpatía encomiable (sobre todo después de los segundos tragos, cosa nada fácil), atendió a las peticiones de bebidas, que no entraban en el menú (bajo la supervisión de la atenta mirada de los jefes de sala, los hombres de gris). Ninguna de las mesas tuvo la mínima queja de espera ni de falta de producto. Sin dudas fue el sobresaliente del restaurante. Es cierto, que el ruido de otras mesas y otras celebraciones en los pisos superiores (actuaciones en vivo en el piso superior), a veces enmascaraban nuestras conversaciones, pero del todo comprensible en las fechas que estábamos. El precio no es excesivamente económico, pero después de como comimos, es del todo -a mi parecer- justificado.

Me molesta mucho que pidas algo de la carta y no lo tengan. Y más si se supone que es un local de cierto nivel donde comer sale por más de 60€ por persona.

El servicio correcto, pero los platos estaban fríos, el pato no era tierno y además el cuchillo no cortaba. Pedimos cava, y una de las copas la sirvieron con un resto de botella. Expectativas muy altas, por lo que la decepción fue grande. El precio no lo vale.

Excellent
Best restaurant I get in Barcelona so far

Price is fair, service was a little bit busy (2 people for 15 tables) and really nice!