Tapas y Fotos, Madrid

El doble de cerveza es barato y tiene un ambiente curioso. Cuando se llena mucho es ruidoso, pero por la tarde no hay mucha gente y se puede conversar cómodamente.

Esta bien. Las raciones muy buenas pero poca cantidad. Máximo 2 personas cada ración.

Todo fenomenal para tomar unas cañas y estar a gusto hablando con amigos. Camareros atentos y hacen unas patatas hervidas de tapa que es una locura. Todo casero!

Hacen presentaciones de libros también. Decoración fotográfica y ecléctica.

La cerveza fría y rica, las olivas cascadas y suficientes, la patata austera, la música cruda y esencial, el mobiliario viene con matrícula castiza, la barra es de los años setenta, la música también, el local acoge y recoge y a veces los clientes recitan y cantan fenomenal. El bartender es leonés pero parece escocés y es entrañable. Si estás solo tu mirada vaga entre botellas que siempre han estado allí y un lienzo de retratos y fotos que es la pared de la barra. Mirando a la izquierda hay una enorme cristalera que enmarca la acera en diagonal de la cuesta que lleva a este lugar tan de siempre y que regala un abanico de personajes que surgen y desaparecen, cuesta arriba o cuesta abajo, como en la vida.
Este Lavapiés es mayor patrimonio mundial de la humanidad que el Paisaje de la Luz, por ejemplo, y solo lo protegemos viviéndolo. Tapas y Fotos es apropiado para ejercer el apostolado del evangelio de Lavapiés (no sé qué evangelio es pero seguro que es universal).
Un lugar con alma, entras solo y sales con familia.